A la hora de comprar una vivienda, una de las primeras decisiones que debemos tomar es si optamos por una vivienda nueva comprada directamente al promotor o decantarnos por una vivienda de segunda mano.
Aunque ambas opciones pueden parecer similares, existen diferencias importantes de precio, tiempos, garantías y procesos. Entender correctamente estas diferencias pueden ayudarte a tomar mejor decisión y adaptada a tu situación económica y personal.
Comprar una vivienda a un promotor: obra nueva lista o en construcción
Al comprar una vivienda a un promotor, estás adquiriendo una vivienda totalmente nueva, sin estrenar. Puede estar ya terminada o aún en fase de construcción. Este tipo de compra tiene varias características importantes.
Ventajas de comprar una vivienda nueva
En primer lugar tendrás una casa totalmente nueva, sin necesidad de hacer un gasto en reformas y con instalaciones modernas y eficientes. Muchas viviendas nuevas incluyen un mejor aislamiento, materiales de última generación y calificaciones energéticas superiores, lo que puede suponer un ahorro en las facturas a largo plazo.
Otra ventaja importante es la garantía legal. Por ley, las viviendas nuevas cuentan con diferentes plazos de garantía para reparar defectos de obra, lo que aporta cierta tranquilidad al comprador.
El proceso suele ser más transparente, ya que el promotor debe entregar documentación detallada del proyecto y del edificio.
Desventajas de comprar una vivienda de promotor
Sin embargo, comprar a un promotor también tiene sus desventajas. El precio suele ser bastante más elevado que el de una vivienda de segunda mano en la misma zona y, si la vivienda está en construcción, tendrás que esperar meses o incluso años hasta poder entrar a vivir.
Se pagan impuestos diferentes ya que en la obra nueva se aplica el IVA y el impuesto de actos jurídicos documentados, lo que hace que suba el coste total.
Comprar una vivienda de segunda mano: rapidez y más opciones
Comprar una vivienda de segunda mano suele ser la opción más común. Una de sus principales ventajas es la inmediatez, si todo va bien, puedes entrar a vivir a unas pocas semanas de la compra. También hay una mayor variedad en zonas ya consolidadas, con servicios, transporte y comercios disponibles desde el primer día.
Otro punto fuerte es el precio, que generalmente es más ajustado que en vivienda nueva. Además siempre existe la opción de negociar con el vendedor y conseguir condiciones más flexibles. En este caso, los impuestos son distintos, en lugar del IVA, se paga el impuesto de Transmisiones Patrimoniales que puede variar según la comunidad autónoma.
Lo que sí es importante a tener en cuenta es que la vivienda de segunda mano puede requerir reformas o inspecciones más exhaustivas. No incluye garantías por defectos salvo los pactados en contrato, y su eficiencia energética suele ser menor si el edificio es antiguo.
Entonces, ¿qué opción es mejor?
No existe una respuesta exacta. Si buscas comodidad, garantías y eficiencia, la compra a promotor puede ser la mejor opción. Pero si priorizas precio, rapidez o vivir en una zona ya consolidada, quizá te convenga más una vivienda de segunda mano.
Lo importante es valorar tu presupuesto, tus prioridades y la urgencia que tengas para mudarte. Comparar ambas opciones con calma puede ayudarte a encontrar la vivienda perfecta sin sorpresas.


